domingo, 7 de abril de 2013

BV 9: Seis grados de separación


Seis grados de separación

Si no hubiera venido, si me hubiera quedado en casa… Mis últimos recuerdos fueron que estaba aplastada contra una pared con un desconocido sobre mí, sé que mis piernas se movieron y le di una patada en sus partes. Él aulló de dolor y yo aproveché ese momento para correr como una loca, como si mi vida dependiera de ella. Volví a escurrirme por mi agujero sin mirar atrás. Si miras atrás ya no tendrás posibilidades me había dicho mi padre hace años atrás mientras me daba clases de defensa personal. Gracias papá, tus consejos me han servido aunque siempre me quejé que era imposible que alguien intentará hacerme algo así en un pueblo tan pequeño como New Hampshire.
Subí al coche y embragué rápido confundiendo la primera con la marcha atrás. Me asusto cuando el coche se mueve en el sentido contrario. Vuelvo a embragar y mi pie aprieta el acelerador hasta el fondo. No estoy mirando el cruce, sino el retrovisor para ver si alguien me sigue pero allí no hay ni un alma. Hasta que una puerta se abre y sale el coche negro de Matt de lo que debería ser un garaje. Era él.
— ¡GILIPOLLAS!
Maldito Matt, él era el idiota que me había asustado. Me iba a escuchar, anda que si iba… Marcha atrás otra vez y aceleré hasta llegar al lado del Seat León. Faltó varios centímetros para que le rayara su preciosa carrocería. Estaba MUY enfadada.
Me bajé con un portazo y golpee los cristales tintados por los que debería estar viéndome.
—Abre la puerta, sé que eres tú.
La ventanilla se bajo y allí estaba él sonriendo. ¿Sonriendo? Pero ¿qué ocurre aquí?
— ¿Estás loco? Allá arriba me pegaste un susto de muerte.
Y entonces lo vi, en sus ojos se veía una chispa de enfado.
—A ver si lo entiendo—Hablo finalmente—Primero juegas conmigo y después no te basta eso y me vienes a buscar y me golpeas…
Me defiendo, la culpa es suya.
— ¿Y que querías que hiciera? No sabía que eras tú y estaba asustada porque un maniaco me acaba de agarrar contra una pared—Le recrimino sin levantar la voz, apenas.
—Tienes cara de asustada, sí—Se burla riendo a carcajadas.
Menuda manera de intentar arreglar las cosas. Yo había venido a hablar con él, no a discutir y lo conseguiría.
—Hablemos, por favor—Digo cambiando de tema.
— ¿Hablar? No tienes que darme explicaciones Eileen, las cosas han quedado muy claras.
—Ya, pero temo que termines odiándome demasiado—Me está empezando a enfadar demasiado.
—Tengo una duda, ¿esto es por lo de aquella vez?—Pregunta apagando la radio del coche. Parece que tiene intención de oír lo que tengo que decirle.
— ¿Aquella vez? ¿Te refieres a lo que ocurrió en la torre o a lo que me gritaste después? Porque para nada fue por eso, simplemente fue una apuesta entre borrachas, ya sabes… lo típico.
No tengo ninguna intención de ser sumisa y agachar la cabeza. No tengo toda la culpa ¿no?
Aprieta la mandíbula y me vuelve a preguntar esta vez con sarcasmo:
—Al menos habrás ganado algo bueno ¿no?
Dude si contarle que en realidad no era una apuesta sino un capaz o incapaz que perdí y me vi obligada a llegar hasta aquí para no sentirme una perdedora ante Nicole. Mejor abrevio un poco porque como le cuente todo es capaz de pasarme por encima con el coche.
—Nada útil, ya sabes cómo es Nicole…
—Ya sé cómo es Nicole, sí, pero lo que no sé es quien eres tú. Puta mentirosa—Escupe entre dientes. Esta enfadado, muy enfadado.
—Me llamo Eileen, no puta mentirosa y te la he jugado Matthew y lo mejor es que has caído. Como un niño ante un juguete.
No me dice nada más solo cierra la ventanilla así que me tengo que apartar rápido para que no me coja las mano. El coche derrapa antes de salir a toda velocidad dejando un horrible olor a goma quemada.
Ahora sí que estoy sola. Terriblemente sola. En todos los sentidos de la palabra.
En vez de arreglar el problema lo que lo había agrandado más, muchísimo más. Ahora sí que me odiaba, la pregunta era: ¿cuánto más podía odiarme? Supongo que no mucho más…
Ilusa yo. La guerra estaba por comenzar y yo era la diana.
De vuelta a casa mis padres estaban como locos. El coche de papá no estaba en su sitio, el garaje estaba abierto y habían llamado del instituto para decir que había faltado las últimas horas. Ahí iban los gritos. Lo supe nada más entré por la puerta y vi a mis padres sentados en el salón en silencio, sin Evan. Esta vez por irónico que parezco era yo la que causaba problemas.
—Eileen Whitehead, estás castigada.
Nunca la voz de mi padre había sonado tan fuerte y áspera. Trago con fuerza y de pronto tengo esa extraña sensación de que he hecho algo realmente malo, de que muchas cosas habían cambiado y de que aquella no era yo. Era un monstruo.
Hacía años que no lloraba pero aquel día lloré. Estaba castigada hasta próximo aviso. Tenía que ir del instituto a casa y de casa al instituto. No podía salir ni con Rach y se había acabado las salidas de los domingos a la torre. En fin que se había acabado mi vida social por completo.
Alguien llama a mi puerta pero no me tengo ganas de arrastrar mis pies para abrirla, tampoco tengo ganas de que me vean llorar. Las vacaciones de Navidades empezarían en una semana y yo la pasaría  con mis padres y mi hermano lejos de casa. Al menos tendría el respiro que necesitaba. Lejos de Matthew. 



PD: Perdón por la tardanza pero es que esta semana santa estuve muy vaga para escribir y apenas acabo de terminar este capítulo. A lo mejor tardo en subir el siguiente porque me queda un mes y una semana para terminar Segundo de Bach y tengo exámenes a montón, espero que no os importe y que este os guste!!
Gracias por vuestros comentarios, son muy bien recibidos.

BESITOS VIAJEROS PARA TODOS <3

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