Seis grados de separación
Si no
hubiera venido, si me hubiera quedado en casa… Mis últimos recuerdos fueron que
estaba aplastada contra una pared con un desconocido sobre mí, sé que mis
piernas se movieron y le di una patada en sus partes. Él aulló de dolor y yo
aproveché ese momento para correr como una loca, como si mi vida dependiera de
ella. Volví a escurrirme por mi agujero sin mirar atrás. Si miras atrás ya no tendrás posibilidades me había dicho mi padre
hace años atrás mientras me daba clases de defensa personal. Gracias papá, tus
consejos me han servido aunque siempre me quejé que era imposible que alguien
intentará hacerme algo así en un pueblo tan pequeño como New Hampshire.
Subí al
coche y embragué rápido confundiendo la primera con la marcha atrás. Me asusto
cuando el coche se mueve en el sentido contrario. Vuelvo a embragar y mi pie
aprieta el acelerador hasta el fondo. No estoy mirando el cruce, sino el
retrovisor para ver si alguien me sigue pero allí no hay ni un alma. Hasta que
una puerta se abre y sale el coche negro de Matt de lo que debería ser un
garaje. Era él.
— ¡GILIPOLLAS!
Maldito
Matt, él era el idiota que me había asustado. Me iba a escuchar, anda que si
iba… Marcha atrás otra vez y aceleré hasta llegar al lado del Seat León. Faltó
varios centímetros para que le rayara su preciosa carrocería. Estaba MUY
enfadada.
Me bajé
con un portazo y golpee los cristales tintados por los que debería estar
viéndome.
—Abre
la puerta, sé que eres tú.
La
ventanilla se bajo y allí estaba él sonriendo. ¿Sonriendo? Pero ¿qué ocurre
aquí?
—
¿Estás loco? Allá arriba me pegaste un susto de muerte.
Y
entonces lo vi, en sus ojos se veía una chispa de enfado.
—A ver
si lo entiendo—Hablo finalmente—Primero juegas conmigo y después no te basta
eso y me vienes a buscar y me golpeas…
Me
defiendo, la culpa es suya.
— ¿Y
que querías que hiciera? No sabía que eras tú y estaba asustada porque un
maniaco me acaba de agarrar contra una pared—Le recrimino sin levantar la voz,
apenas.
—Tienes
cara de asustada, sí—Se burla riendo a carcajadas.
Menuda
manera de intentar arreglar las cosas. Yo había venido a hablar con él, no a
discutir y lo conseguiría.
—Hablemos,
por favor—Digo cambiando de tema.
— ¿Hablar?
No tienes que darme explicaciones Eileen, las cosas han quedado muy claras.
—Ya,
pero temo que termines odiándome demasiado—Me está empezando a enfadar
demasiado.
—Tengo
una duda, ¿esto es por lo de aquella vez?—Pregunta apagando la radio del coche.
Parece que tiene intención de oír lo que tengo que decirle.
—
¿Aquella vez? ¿Te refieres a lo que ocurrió en la torre o a lo que me gritaste
después? Porque para nada fue por eso, simplemente fue una apuesta entre
borrachas, ya sabes… lo típico.
No
tengo ninguna intención de ser sumisa y agachar la cabeza. No tengo toda la
culpa ¿no?
Aprieta
la mandíbula y me vuelve a preguntar esta vez con sarcasmo:
—Al
menos habrás ganado algo bueno ¿no?
Dude si
contarle que en realidad no era una apuesta sino un capaz o incapaz que perdí y
me vi obligada a llegar hasta aquí para no sentirme una perdedora ante Nicole.
Mejor abrevio un poco porque como le cuente todo es capaz de pasarme por encima
con el coche.
—Nada
útil, ya sabes cómo es Nicole…
—Ya sé
cómo es Nicole, sí, pero lo que no sé es quien eres tú. Puta mentirosa—Escupe entre
dientes. Esta enfadado, muy enfadado.
—Me
llamo Eileen, no puta mentirosa y te la he jugado Matthew y lo mejor es que has
caído. Como un niño ante un juguete.
No me
dice nada más solo cierra la ventanilla así que me tengo que apartar rápido
para que no me coja las mano. El coche derrapa antes de salir a toda velocidad
dejando un horrible olor a goma quemada.
Ahora sí
que estoy sola. Terriblemente sola. En todos los sentidos de la palabra.
En vez
de arreglar el problema lo que lo había agrandado más, muchísimo más. Ahora sí
que me odiaba, la pregunta era: ¿cuánto más podía odiarme? Supongo que no mucho
más…
Ilusa
yo. La guerra estaba por comenzar y yo era la diana.
De
vuelta a casa mis padres estaban como locos. El coche de papá no estaba en su
sitio, el garaje estaba abierto y habían llamado del instituto para decir que
había faltado las últimas horas. Ahí iban los gritos. Lo supe nada más entré
por la puerta y vi a mis padres sentados en el salón en silencio, sin Evan.
Esta vez por irónico que parezco era yo la que causaba problemas.
—Eileen
Whitehead, estás
castigada.
Nunca la voz de mi
padre había sonado tan fuerte y áspera. Trago con fuerza y de pronto tengo esa
extraña sensación de que he hecho algo realmente malo, de que muchas cosas
habían cambiado y de que aquella no era yo. Era un monstruo.
Hacía años que no
lloraba pero aquel día lloré. Estaba castigada hasta próximo aviso. Tenía que
ir del instituto a casa y de casa al instituto. No podía salir ni con Rach y se
había acabado las salidas de los domingos a la torre. En fin que se había
acabado mi vida social por completo.
Alguien llama a mi
puerta pero no me tengo ganas de arrastrar mis pies para abrirla, tampoco tengo
ganas de que me vean llorar. Las vacaciones de Navidades empezarían en una
semana y yo la pasaría con mis padres y
mi hermano lejos de casa. Al menos tendría el respiro que necesitaba. Lejos de
Matthew.
PD: Perdón por la tardanza pero es que esta semana santa estuve muy vaga para escribir y apenas acabo de terminar este capítulo. A lo mejor tardo en subir el siguiente porque me queda un mes y una semana para terminar Segundo de Bach y tengo exámenes a montón, espero que no os importe y que este os guste!!
Gracias por vuestros comentarios, son muy bien recibidos.
BESITOS VIAJEROS PARA TODOS <3
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